Este término se refiere a la medida que presentan los versos en la conformación de un poema, puede haber productos muy breves, de una sola cuarteta, o poemas de una ex-tensión considerable como ocurre con las églogas de Garcilaso de la Vega. En realidad, la métrica comprende el estudio de las formas y de los sistemas contables que establecen la arquitectura del verso; esta consideración lingüística se refiere a la distribución regulada de recursos armónicos que sirven de ornato a la composición poética. De esta manera, el poeta crea cadencias y proporciones que ofrecen como consecuencia una expresión equilibrada y musical.
La tendencia de elaborar medidas fijas con el lenguaje es muy antigua y surge de la afición natural que tiene el ser humano de acrecentar la acústica natural que establecen las generalidades idiomáticas; se trata de construir estructuras armónicas que den calidad y belleza a la expresión con la idea de diferenciar la voz poética del lenguaje coloquial. En función de este propósito, sur-gen la métrica y la rima, que veremos en las siguientes páginas, que ayudan al ritmo requerido para la versificación y esta prácti-ca reiterativa coopera con la memorización. Las tradiciones, histórica y literaria, hablan de antiguos jugla-res que cantaban sugestivas composiciones acerca de sus alegrías y sus pesares, de sus recuerdos y ambiciones, con expresiones rítmicas y acompasadas. Para llevar a cabo esta actividad, se acom-pañaban de algún instrumento musical, con el cual subrayaban la armonía de sus estructuras compositivas. Como se puede ob-servar, tiempo atrás, se da una propensión artística que busca maneras de embellecer la palabra por medio de medidas precisas. Ahora bien, con la finalidad de conseguir la regularidad en el número de sílabas en los versos, los poetas cuentan con las llamadas licencias poéticas, que son básicamente cuatro: la sinalefa, el hiato, la diéresis y la sinéresis. La sinalefa es la agrupación en una sílaba métrica de dos vocales que pertenecen a dos palabras diferentes; es decir, cuando una palabra termina en vocal, y la siguiente comienza también en vocal (o en “y” con sonido vocálico o en “h”) ambas sílabas se unen en una sola. Tomemos como ejemplo este verso de Campoamor: “ve/o/ tu a/mor/ tan/ cla/ro/ co/ mo el/ dí/a”. En él hay dos sinalefas: “tua” y “moel”. El hiato es lo contrario. Cuando un poeta requiere de una sílaba más para ajustar el verso, no considera la sinalefa. Quien entone el poema, deberá pronunciar como dos sílabas los sonidos que en la sinalefa se emiten en un único golpe de voz. Como ejemplo podemos tomar un verso de fray Luis de León: “a/llí/ te/ lo/gra/rás/, y a/ ca/da/ u/no”, el cual aparentemente tiene dos sinalefas: “ya” y “dau”; sin embargo, en realidad sólo tiene una, la primera, pues en esta oda el poeta está utilizando versos endecasílabos, y le faltaría una sílaba. Además, hay otra razón: la sinalefa se rompe en “dau” porque la “u” recibe el acento rítmico. La diéresis consiste en el rompimiento de un diptongo con la finalidad de conseguir una sílaba que hace falta para ajustar el verso. Se indica con el signo ortográfico del mismo nombre. Volvemos a citar a fray Luis de León, pero ahora con un verso de su famosa “Oda a la vida retirada”: “la/ del /que hu/ye/ del/ mun/da/nal/ ru/ï/do”. “Ruïdo” normalmente tiene dos sílabas, pero con la diéresis el poeta indica que se han de pronunciar tres: ru-i-do. En cuanto a la sinéresis, hay que señalar que es una licencia poco utilizada, y es exacta-mente lo opuesto a la diéresis: se unen en una sílaba dos vocales fuertes, que normalmente pertenecen a sílabas distintas. No debemos confundirla con la sinalefa, pues las vocales que une la sinéresis se encuentran dentro de la misma palabra. Como ejemplo tenemos este verso de José Iglesias de la Casa: “alma real en cuerpo hermoso”. “Real” tiene dos sílabas, sin embar-go, en este caso se unen en una sola para conseguir el verso octosílabo propio del romance. Por otro lado, para las cuestiones métricas, es necesario considerar la palabra final de cada verso, pues si se trata de una palabra aguda se le suma una sílaba; pero si es una esdrú-jula, se le resta. Veamos este verso del poeta español Jorge Montemayor: “Vi/mu/da/do”
(Imagen SlideShare)
Ejemplo:
( Biblioteca Pearson)
Muy buena manera de utilizar todas las herramientas para transmitir información
ResponderEliminarMe encanta los recursos de fotos que usas,gracias por la información :)
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